4-4-2

'Hay tres clases de futbolistas. Los que ven los espacios libres, los mismos que cualquier payaso ve desde la tribuna y los ves y te ponés contento y te sentís satisfecho cuando la pelota cae donde debe. Después están los que de pronto te hacen ver un espacio libre sin más, un espacio que vos mismo y quizá los otros podrían haber visto de haber observado atentamente. Éstos te toman de sorpresa. Y luego hay aquellos que crean un nuevo espacio donde no debería haber habido ningún espacio. Ésos son los profetas. Los poetas del juego'. J. Valdano

21 julio 2006

La FIFA se vuelve a equivocar

A vueltas con la expulsión de Zidane (y lo que nos queda), resulta que la FIFA le ha metido 3 partidos al francés y 2 al italiano, a parte de las habituales multas económicas que siempre y por sistema impone la FIFA, que de eso viven.

Inverosímil. Sancionan con 3 partidos a un jugador que se ha retirado (¿?). ¿Podrá jugar los partidos de su barrio?¿Cuentan los que organice en su casa?¿Y los de la play?

Repudia la utilización del video para rearbitrar un partido. Me parece lógico hasta cierto punto: Yo utilizaría el video para co-arbitrar, no para rearbitrar. Sin embargo, la FIFA sí que sanciona a los jugadores a posteriori. Entonces, ¿lo que sucede en un terreno de juego se queda ahí o no?

Personalmente pienso que entre los jugadores debe existir un código no escrito de que lo que pasa en el campo se queda en el campo... hasta la próxima vez que te pille, pero que las autoridades futbolísticas, para proteger el juego, deben intervenir siempre que tengan pruebas de actitudes reprochables como un codazo, un escupiñajo o una provocación (si me fuerzas, hasta repetir un partido por un piscinazo que se pite como el penalty del 1-0 final).

Ahora bien, en la medida de lo posible, no deben intervenir a posteriori, sino hacerlo en ese mismo instante. A lo que voy. Medina Cantalejo defiende que avisó al árbitro del cabezazo porque él se había quedado mirando hacia allí y por eso pudo verlo. ¿Todo? Está claro que los insultos no podía escucharlos, ¿pero tampoco vio que los jugadores se estaban, digamos, felicitando las pascuas? Y si la acción termina con una agresión, ¿es de locos pensar que han mediado unos insultos previos para sacarle siquiera una mísera tarjeta amarilla?

Tras la decisión de la FIFA me reafirmo en que el cuarto árbitro lo vio en la televisión. En las repeticiones, al principio sólo sacan el cabezazo. Por eso sólo expulsan a Zidane. La discusión entre ambos no la sacan hasta unos minutos después, cuando ya es muy tarde para sancionar a Materazzi. NO vio toda la acción. Seguro. Por eso lo han llamado también para aleccionarle de que bajo ningún concepto se le ocurra decir que lo vio en la tele.

Por último, quiero plantear una cuestión. Se sanciona a Materazzi por unos insultos previos al cabezazo a Zidane. Los insultos son motivo de expulsión. Al ser previos al cabezazo, Materazzi debió ser expulsado antes que Zidane. Con Materazzi expulsado no habría habido cabezazo ni, por tanto, expulsión de Zidane. ¿Está reconociendo la FIFA que volvemos a tener, una vez más, un resultado adulterado por una decisión arbitral?¿Hasta cuándo van a ser los árbitros los que decidan los partidos?

18 julio 2006

Extremos de espalda no

En el pasado Mundial traté en varias ocasiones el tema de las bandas y los extremos. Es un tema que trataré en numerosas ocasiones, pues hasta que alguien me demuestre lo contrario siempre defenderé que el fútbol son las bandas.

Ahora quiero centrarme en la posición de recepción del balón de los extremos. Me fijé en Ribery, para muchos la sensación de Francia y casi del Mundial (para mí lo fue más su compañero Malouda). Voy a tratar de ilustrarlo:

ForCoach Tactics www.forcoach.com

Le ví que tenía el vicio, porque lo hacía casi siempre, de recibir el balón de espaldas a la portería, con el rival pegado a él. En esta situación pocas veces salía triunfante. Como le hubiera pasado a cualquier otro. Si prueba salir a su derecha, hacia el centro, la acumulación de jugadores y la cobertura del defensa central le obligan a hacer un control 100% perfecto. Si prueba hacia la izquierda, tiene que tratar de girarse si el defensa le deja. Para cuando pueda encarar al lateral habrán pasado más de 10 segundos, seguramente hayan llegado defensores en la ayuda, le hayan achicado espacios y no tenga otra salida que jugar hacia atrás para salvar la posición.

La clave está en el primer movimiento que realice. No debe ser en perpendicular a su compañero, sino en apertura hacia la banda, de tal forma que quede lo más cerca de la línea, con su espalda hacia fuera y con un campo de visión amplísimo (líneas azul clarito):

ForCoach Tactics www.forcoach.com

En este caso, el extremo ha ganado 2-3 metros para recibir la pelota. Si el defensa le sigue hasta la banda (error del defensa) le quedará completamente libre el espacio para un pase al hueco a la espalda del defensa o para realizar un movimiento en diagonal por delante del lateral. Si el lateral viene a banda y el central bascula para cubrir el espacio, se quedará un hueco para el delantero centro. Y si el lateral hace lo que tiene que hacer, manteniendo su posición, al extremo siempre le quedarán esos 2-3 metros para recibir con tiempo suficiente para encarar en un uno contra uno.

En los gráficos se ve bastante bien la diferencia entre pedir el balón de una forma o hacerlo de otra. Y si no, ver los videos del mejor Figo en Barcelona. El delantero debe tratar de colocarse siempre de tal forma que la pelota quede entre él y la portería, encarando a esta última. Para mí esa es la mejor cualidad de Ronaldo, incluso por encima de su definición. El gol al Manchester United en Old Trafford, a pase de Guti, es un buen ejemplo sobre ello.

Aquí dejo 'el video'. Espero que se entienda.



13 julio 2006

Reconozco el error, pero no me arrepiento

No pretendo apuntarme ningún tanto en plan 'eso ya lo dije yo', simplemente voy a recoger las palabras de Zidane sobre el Materazzi-gate:

Zidane precisó que acudirá a la convocatoria de la comisión de disciplina de la FIFA, que abrió una investigación sobre lo ocurrido en la final, y también que reclamará una sanción a Materazzi: "Lo que ocurre es que siempre se acaba hablando de la reacción, que es inevitablemente punible, que hay que castigar. Pero si no hay provocación no puede haber reacción. Hay que castigar también a los provocadores. Es necesario sancionar al verdadero culpable, y el culpable es él, quien provoca". Diario AS, 13/07/06

Un matiz. No es que el verdadero cupable sea él (Materazzi), sino que cada uno es culpable de lo suyo pero sólo se sancionó a Zidane y sólo Francia salió perjudicada, Medina Cantalejo mediante claro.

12 julio 2006

Entrenadores que dimiten

Podría hacer sangre (mucha) sobre L. Aragonés. Y más ahora que también han dimitido Klinsmann y Lippi. Un triunfador y el gran triunfador.
Sin embargo, como en su momento ya dije lo que pensaba sobre la continuidad de L. Aragonés sin necesidad de compararlo con nadie (creo que puse el caso de Pekerman), ahora me planteo el tema desde otro punto de vista.
Ambos dimiten por motivos particulares, ya sean estrictamente personales (Klinsmann) o por agotamiento profesional (Lippi). Ahora bien, ¿cuánto hay de miedo a no poder repetir los éxitos, a no estar a la altura de las expectativas, al fracaso en fin?¿Hasta qué punto se les podría y se les debería exigir que continuasen en el cargo al menos hasta la próxima Eurocopa, para que terminase lo que ha empezado el uno y para que demuestre que no ha sido casualidad?
Yo no soy de los que opinan que los entrenadores deben quedarse hasta que los echen. Más bien al contrario, pienso que deben cumplir ciclos de 3 ó 4 años como mucho y después marcharse. La gente (aficionados, directivos, jugadores, prensa) se cansa de ver siempre las mismas caras. Pero tanto Klinsmann como Lippi se marchan en una posición ventajista, dejándole al que le sustituya un gran papelón, sin haber cubierto ningún ciclo.
Podría entenderlo de Klinsmann, por eso de la mentalidad alemana de que ha fracasado por no haber ganado el mundial en su casa, pero nunca por motivos personales. De Lippi sólo le veo desgaste y posibilidad de dejarlo en lo más alto después de haber sido tan cuestionado, en plan 'ahí queda eso, listillos, a ver quién lo supera'.
El caso es que el único que tenía que haber dimitido no lo ha hecho...

Eso es fútbol

Me lo encontré por la red

Viejo con árbol.
A un costado de la cancha había yuyales y, más allá, el terraplén del ferrocarril. Al otro costado, descampado y un árbol bastante miserable. Después las otras dos canchas, la chica y la principal.

Y ahí, debajo de ese árbol, solía ubicarse el viejo. Había aparecido unos cuantos partidos atrás, casi al comienzo del campeonato, con su gorra, la campera gris algo raída, la camisa blanca cerrada hasta el cuello y la radio portátil en la mano. Jubilado seguramente, no tendría nada para hacer los sábados por la tarde y se acercaba al complejo para ver los partidos de la Liga.

Los muchachos primero pensaron que sería casualidad, pero al tercer sábado en que lo vieron junto al lateral ya pasaron a considerarlo hinchada propia. Porque el viejo bien podía ir a ver los otros dos partidos que se jugaban a la misma hora en las canchas de al lado, pero se quedaba ahí, debajo del árbol, siguiéndolos a ellos. Era el único hincha legítimo que tenían, al margen de algunos pibes chiquitos; el hijo de Norberto, los dos de Gaona, el sobrino del Mosca, que desembarcaban en el predio con los mayores y corrían a meterse entre los cañaverales apenas bajaban de los autos.
- Ojo con la vía- alertaba Jorge mientras se cambiaban.
- No pasan trenes, casi – tranquilizaba Norberto. Y era verdad, o pasaba uno cada muerte de obispo, lentamente y metiendo ruido.
- ¿No vino la hinchada?- ya preguntaban todos al llegar nomás, buscando al viejo-. ¿No vino la barra brava? Y se reían. Pero el viejo no faltaba desde hacía varios sábados, firme debajo del árbol, casi elegante, con un cierto refinamiento en su postura erguida, la mano derecha en alto sosteniendo la radio minúscula, como quien sostiene un ramo de flores. Nadie lo conocía, no era amigo de ninguno de los muchachos.
- La vieja no lo debe soportar en la casa y lo manda para acá- bromeó alguno.
- Por ahí es amigo del referí –dijo otro. Pero sabían que el viejo hinchaba para ellos de alguna manera, moderadamente, porque lo habían visto aplaudir un par de partidos atrás, cuando le ganaron a Olimpia Seniors.
Y ahí, debajo del árbol, fue a tirarse el Soda cuando decidió dejarle su lugar a Eduardo, que estaba de suplente, al sentir que no daba más del calor. Era verano y ese horario para jugar era una locura. Casi las tres de la tarde y el viejo ahí, fiel. A unos metros, mirando el partido. Cuando Eduardo entró a la cancha.casi a desgano, aprovechando para desperezarse cuando levantó el brazo pidiéndole permiso al referí-, el Soda se derrumbó a la sombra del arbolito y quedó bastante creca, como nunca lo había estado: el viejo no había cruzado jamás una palabra con nadie del equipo.
El Soda pudo apreciar entonces que tendría unos setenta años, era flaquito, bastante alto, pulcro y con sombra de barba. Escuchaba la radio con un auricular y en la otra mano sostenía un cigarrillo con plácida distinción.
- ¿Está escuchando a Central Córdoba, maestro?- medio le gritó el Soda cuando recuperó el aliento, pero siempre recostado en el piso. El viejo giró para mirarlo. Negó con la cabeza y se quitó el auricular de la oreja.
- No –sonrió. Y pareció que la cosa quedaba ahí. El viejo volvió a mirar el partido, que estaba áspero y empatado-. Música-dijo después, mirándolo de nuevo.
- ¿Algún tanguito?- probó el Soda
- Un concierto. Hay un buen programa de música clásica a esta hora.
El Soda frunció el entrecejo. Ya tenía una buena anécdota para contarle a los muchachos y la cosa venía lo suficientemente interesante como para continuarla. Se levantó resoplando, se bajó las medias y caminó despacio hasta pararse al lado del viejo.
- Pero le gusta el fútbol –le dijo-. Por lo que veo. El viejo aprobó enérgicamente con la cabeza, sin dejar de mirar el curso de la pelota, que iba y venía por el aire, rabiosa.
- Lo he jugado. Y, además, está muy emparentado con el arte –dictaminó después -. Muy emparentado.
El Soda lo miró, curioso. Sabía que seguiría hablando, y esperó.
- Mire usted nuestro arquero –efectivamente el viejo señaló a De León, que estudiaba el partido desde su arco, las manos en la cintura, todo un costado de la camiseta cubierto de tierra-. La continuidad de la nariz con la frente. La expansión pectoral. La curvatura de los muslos. La tensión en los dorsales –se quedó un momento en silencio, como para que el Soda apreciara aquello que él le mostraba -. Bueno... Eso, eso es la escultura...
El Soda se adelantó dubitativo.
- Vea usted –el viejo señaló ahora hacia el arco contrario, al que estaba por llegar un córner –el relumbrón intenso de las camisetas nuestras, amarillo cadmio y una veladura naranja por el sudor. El contraste con el azul de Prusia de las camisetas rivales, el casi violeta cardenalicio que asume también ese azul por la transpiración, los vivos blancos como trazos alocados. Las manchas ágiles ocres, pardas y sepias y Siena de los muslos, vivaces, dignas de un Bacon. Entrecierre los ojos y aprécielo así... Bueno... Eso, eso es la pintura.
Aún estaba el Soda con los ojos entrecerrados cuando el viejo arreció.
- Observe, observe usted esa carrera intensa entre el delantero de ellos y el cuatro nuestro. El salto al unísono, el giro en el aire, la voltereta elástica, el braceo amplio en busca del equilibrio... Bueno... Eso, eso es la danza...
El Soda procuraba estimular sus sentidos, pero sólo veía que los rivales se venían con todo, porfiados, y que la pelota no se alejaba del área defendida por De León.
- Y escuche usted, escuche usted... –lo acicateó el viejo, curvando con una mano el pabellón de la misma oreja donde había tenido el auricular de la radio y entusiasmado tal vez al encontrar, por fin, un interlocutor válido-... la percusión grave de la pelota cuando bota contra el piso, el chasquido de la suela de los botines sobre el césped, el fuelle quedo de la respiración agitada, el coro desparejo de los gritos, las órdenes, las alertas, los insultos de los muchachos y el pitazo agudo del referí... Bueno... Eso, eso es la música...
El Soda aprobó con la cabeza. Los muchachos no iban a creerle cuando él les contara aquella charla insólita con el viejo, luego del partido, si es que les quedaba algo de ánimo, porque la derrota se cernía sobre ellos como un ave oscura e implacable.
-Y vea usted a ese delantero... -señaló ahora el viejo, casi metiéndose en la cancha, algo más alterado-... ese delantero de ellos que se revuelca por el suelo como si lo hubiese picado una tarántula, mesándose exageradamente los cabellos, distorsionando el rostro, bramando falsamente de dolor, reclamando histriónicamente justicia... Bueno... Eso, eso es el teatro.
El Soda se tomó la cabeza.
-¿Qué cobró?- balbuceó indignado
- ¿Cobró penal? –abrió los ojos el viejo, incrédulo. Dio un paso al frente, metiéndose apenas en la cancha-. ¿Qué cobrás? –gritó después desaforado-. ¿Qué cobrás, referí y la reputísima madre que te reparió?
El Soda lo miró atónito. Ante el grito del viejo parecía haberse olvidado repentinamente del penal injusto, de la derrota inminente y del mismo calor. El viejo estaba lívido mirando al área, pero enseguida se volvió hacia el Soda tratando de recomponerse, algo confuso, incómodo.
-... ¿Y eso? –se atrevió a preguntarle el Soda, señalándolo.
-Y eso... vaciló el viejo, tocándose levemente la gorra-... Eso es el fútbol.

Roberto Fontanarrosa.

11 julio 2006

Italia

Vaya final del Mundial. Fiel reflejo de lo que hemos visto a lo largo de todo el campeonato. El partido dio mucho para analizar, en general y en particular. El penalty de Zidane, el gol de Italia, la posición de Ribery, el cansancio italiano, la dirección de Zidane, la lesión de Vieira, el agotamiento de Henry, la supremacía mental de Cannavaro, Buffon, Thuram...

Sin embargo, se va a recordar por la agresión de Zidane a Materazzi. Esto es fútbol. Uno de los mayores carniceros del fútbol moderno (a la agresión a Sorín me remito) sale como héroe tras haber conseguido la expulsión del mejor jugador del Mundial (por mucho que Marca se empeñe en lo contrario). Yo no justifico lo de Zidane. Comprendo por qué hizo lo que hizo, que es distinto.

Y me hubiera gustado que los árbitros del partido hubieran sancionado la jugada en su totalidad. Desde antes de lanzarse la falta, en la que Materazzi ya le está dando a Zidane, hasta el cabezazo de este último. Sin embargo, sólo se quedaron en lo último y porque lo vieron en la televisión.

Dos cosas. La primera, basta ya de castigar sólo la reacción a la provocación (sea de la clase que ésta sea). Rooney fue expulsado por pisar a Carvalho. Su expulsión fue justa. ¿Pero qué hubiera pasado si el árbitro hubiera cortado 10 segundos antes, cuando dos ingleses estaban, digamos, colgados de la espalda de Rooney?¿Y si hubiera mandado a la ducha a Materazzi por insultar antes de la reacción de Zidane? No digo que no lo hicieran y que no sean sancionables. Sólo digo que medió provocación y que esas provocaciones nunca se cortan a tiempo.

Y no me vale que las provocaciones no las vieran los árbitros, porque la acción de Zidane tampoco la vieron. Y la sancionó el árbitro español después de ver la repetición en los monitores. Completamente seguro. Él argumenta que, mientras el árbitro seguía el contraataque de Italia, el cuarto árbitro tiene directrices de FIFA de quedarse mirando las reacciones de los jugadores y que, por eso, vió la agresión de Zidane y se lo comunicó por el intercomunicador al árbitro. Pero ahí es donde le falla el argumento: Cuando el árbitro detiene el partido no sabe lo que ha pasado, es decir, nadie le ha dicho por el pinganillo que había habido una agresión. Se acerca al jugador en el suelo, se quita de encima a los jugadores italianos, mira en dirección al linier y no toma ninguna decisión... justo hasta después de que todos nosotros veamos la repetición en la televisión. Como el cuarto árbitro. A partir de ese momento se le ve hablando sólo (el pinganillo) y es cuando identifica a Zidane y se va a por él para expulsarlo. No me cae nada bien el entrenador-marioneta de Francia (él se ha apropiado del éxito de sus jugadores), pero le doy toda la razón en lo de la expulsión porque lo vio en el monitor.

Basta ya de errores arbitrales fácilmente corregibles con la tecnología. ¿Qué hubiera pasado si, como tenía que haber sido porque los árbitros no lo vieron en directo, no hubieran expulsado a Zidane a pesar de la brutal agresión vista por 1.000 millones de personas en la televisión?¿Y si además hubiera ganado Francia? Es el momento de un cambio: El arbitraje con apoyo técnico activo.

Por cierto, me equivoqué. La FIFA nos debía unas semifinales. Y nos dio toda una final. Claro que no nos la dio ni a los jugadores ni a los aficionados. Se la dio a Villar y al colectivo que más le defiende, los árbitros. Hubiera sido el colmo que Medina Cantalejo hubiera pitado la final, después del penalty 'dudosillo' que pitó a favor de Italia contra Australia. Lo pusieron de cuarto árbitro, para que no molestara mucho y, aún así, decidió la final.

07 julio 2006

Los centrales y el suelo

Tuvimos ocasión de comentarlo el día que Francia eliminó a España, en la jugada del primer gol, cuando Pablo sale tarde y mal a achicar a Vieira, yendo al suelo más por desesperación que por convicción.

No me gustan los centrales que van al suelo sistemáticamente. Un central sólo tiene que ir al suelo en situaciones extremas, cuando ve que o se tira al suelo para sacarla o no va a llegar. Y ello porque un central en el suelo implica un alto riesgo para su equipo si no corta: o cometerá falta o será superado dejando vía libre al delantero, pues al quedarse en el suelo no puede seguir forcejeando con él para, al menos, molestarle. Volvió a ocurrir en el Francia-Portugal, con el desastroso resultado para Portugal de que Carvalho se encontraba dentro del área. Fue una imprudencia temeraria, ante un jugador con la elasticidad de movimientos de Henry. Carvalho pecó de confianza: Pensó que le había adivinado las intenciones y por eso fue al suelo, sin contar con que Henry no es ningún principiante, todo lo contrario. No le quedó más remedio que hacerle penalty.

Cuando un central va al suelo debe hacerlo sabiendo que ahí debe acabar esa jugada, para bien o para mal. Asumiendo todo lo que ello significa. Hay jugadores tipo Helguera o Carvalho que van al suelo como un vicio. Y hay otros como Thuram o Cannavaro que no necesitan ir al suelo y, cuando lo hacen, más vale apartarse para que no te pille la locomotora. Cada uno que elija a cuál de ellos prefiere.

Por cierto, espero que hayan jubilado al cerebro del R. Madrid que desestimó el fichaje de Cannavaro y se trajo a Samuel y a Woodgate. Ah! Me olvidaba de que esto es España y aquí todo el mundo tiene una excusa para no asumir los fracasos. El último Luis Aragonés. Me imagino la cara de Pekerman (Argentina): Él sí dimitió y eso que cayó en cuartos, en los penaltys, ante Alemania.

05 julio 2006

Así sí se puede caer

He querido dedicar expresamente un post a la eliminación de Alemania porque creo que se lo merecen.

No recuerdo una selección alemana con menos talento que la actual. Tienen una grave crisis de jugadores y de juego. Una pareja de porteros veteranos que, aunque Lehman haya mostrado un gran nivel, tienen que ir pensando en renovar (me parece haber escuchado que tienen un sub-21 buenísimo); me duelen los ojos de ver un lateral izquierdo que sube tanto y tan bien, pero que en el 80% de los casos tiene que recortar para buscar su pierna buena; sus centrales tienen que ganar en experiencia; el centro del campo tiene que liberar más a Ballack (estoy seguro que con Frings en el campo la semifinal hubiera sido otra cosa); Swensteiger y Podolski no han llegado a mostrar todo el potencial que se les presume; y tienen que buscar un delantero centro de verdad, que aguante los 90 minutos.

Con todo, yo quiero una selección como esta Alemania. Klinsmann les ha inculcado el espíritu de la mejor Alemania, de la Alemania campeona. Esa que muere de pie. Esa que todos tenemos en la mente y que no nos la queremos cruzar ni en la play. Espeluznante ver a jugadores físicamente al borde de la extenuación que no se resignaban a no ganar el partido delante de su gente. Aún sabiéndose dominados por Italia. Si esta prórroga pasará a la historia del fútbol italiano, no menos debería hacerlo en el fútbol alemán. Porque a los grandes equipos se les conoce en la derrota.

Yo quiero una selección así, aunque no den 2.000 pases, no tengan un 80% de posesión, no jueguen con tres puntas, y todas esas pamplinas del fútbol actual (que no moderno) tan de moda en España. Porque esa selección sí que representó a su pueblo y, con su esfuerzo, los hizo sentirse todavía más orgullosos. A nadie le quedó la sensación de que podían haber hecho algo más. Y no hablo de 'furia' española; hablo de correspondencia de esfuerzos, quicir, que el sacrificio del seguir se vea correspondido por el sacrificio del jugador. Sin excusas.

Desde luego, si yo hubiese estado en ese estadio también me hubiera puesto de pie al final del partido para aplaudirles, aunque fuera italiano. Porque con su actitud han hecho más grande al fútbol.

Catenaccio?

Vaya por delante que para nada soy admirador de la liga italiana. De las pocas veces que me he dormido viendo un partido de fútbol ha sido jugando dos equipos italianos, incluido el rutilante Milan de sus mejores épocas. Es un fútbol en el que parece que van a pasar cosas, pero realmente acaban pasando muy pocas. Y la inmensa mayoría de las que pasan lo hacen por un error, por una pelota parada, por una acción individual aislada, ...

Pero la semifinal con Alemania fue otra cosa. Se daban todos los condicionantes (salvo uno) para justificar que Italia se encerrara y, sin embargo, no lo hizo. Alemania no es un equipazo en el sentido más técnico de la palabra, pero no todos los equipos está capacitados para aguantarle a Alemania una semifinal de un Mundial en su casa, con su público. Y lo cierto es que Italia dio la impresión de tener el partido controlado en todo momento. Lo igualó en lo físico, esperando a su momento, seguramente porque sabía que Alemania venía de disputar otra prórroga durísima. Y su momento llegó al inicio de la prórroga, cuando Lippi se la jugó. Ahí le dio toda una lección a Klinsmann, aunque posiblemente éste tuviera menos recursos en su banquillo, pero los que tenía los utilizó tarde y no le dieron el rendimiento esperado.

Yo no digo que históricamente Italia no haya utilizado el cantenaccio de forma aberrante para el fútbol. Yo sólo quiero decir que la estadística de posesión de balón de 70%-30% contra Italia es engañosa. Por la sencilla razón de que ellos se sienten muy cómodos jugando así. Y que debemos olvidarnos de utilizar aquello de que 'Italia vuelve a ganar por la mínima' con tono peyorativo, porque realmente en la mentalidad italiana lo importante es no perder y, si se gana aunque sea por la mínima, mejor. Nos gustará más o nos gustará menos. Pero por fortuna el deporte del fútbol se puede interpretar de mil maneras (por lo menos) y tan válidas son unas como otras. Dejaremos la eterna pregunta para cuando acabe el Mundial: ¿Jugar bien o ganar?

02 julio 2006

Son viejos, están para jubilarse

Ahí están. Han acabado con la farsa mercadotécnica del jogo bonito. No ha existido durante el Mundial, pero es que tampoco lo hizo antes. No me cansaré de repetir que el fútbol son las bandas. Por estar o por llegar, pero son las bandas. Y Brasil no ha hecho ni lo uno ni lo otro. No se puede jugar con un pretendido cuadrado mágico con dos laterales a los que no dejas pasar del medio y campo. El gran culpable ha sido Parreira, por no atreverse a sentar a Cafú, por obligar a R. Carlos a pensar más en defender, por no retrasar unos metros a Kaká para que viera el fútbol de cara y por no darle más libertad a Ronaldinho.

Ronaldinho ha demostrado que es el peor 'mejor jugador del año' de los últimos tiempos. Si lo comparamos con Figo, Ronaldo y Zidane (los anteriores a él), todos ellos se han echado el equipo a la espalda, cada uno en su estilo. Ronaldinho no lo ha hecho. Lo entendí en los partidos anteriores. Pero me pareció imperdonable que no lo hiciera en el partido contra Francia. Zidane le dio toda una lección de lo que es ser un líder respetado en un campo de fútbol, tanto por el rival como por los compañeros. Las estrellas mediáticas las eligen las empresas de márketing para mostrarlas al mundo. Los verdaderos líderes, los auténticos números uno, no son elegidos, simplemente se muestran siempre.