Amanece, que no es poco. Aunque lo viéramos venir, no lo queríamos creer. Nos habían vendido una ilusión que, reconozcámoslo, todos queríamos que nos vendieran.
Sin duda, en este mundial España ha dado una lección de lo que no debe ser una defensa adelantada. El 1-1 es un fallo en cadena, clamoroso, que como digo todos veíamos venir. Primero, con 1-0 a favor, tienes que dormir el partido hasta el descanso, no te puedes ir arriba y que te pillen por fuera. Segundo, ese balón no puede llegar a Vieira (el que da el pase a Ribery), hay que cortar la jugada antes y, cuando llega, Pablo no puede ir al suelo de ninguna de las maneras: Ese central tiene que salir a saco, incluso antes de que le llegue el balón a Vieira, a cortar la jugada, no el balón. Tercero, en la falta del 2-1 no nos puede rematar nadie, sea como sea, por lo civil o por lo criminal.
Pero no es cuestión de una jugada puntual, es de toda una forma de jugar. El equilibrio, como en tantas otras cosas, es clave en el fútbol. Y los equipos se pueden desequilibrar de varias formas: A la italiana, a la africana y ahora también a la española. Buscando hacer un equipo de jugones hemos hecho sólo eso, un equipo de jugones, olvidándonos del objetivo de este juego: Hacer más goles de los que te hagan. De los 9 goles que hemos marcado en este mundial, 6 han sido a balón parado. La estadística de anoche, demoledora: 1 tiro a puerta.
Y todavía algún periolisto decía que en lugar de Raúl debió jugar Iniesta. Claro, será para que se hubiera subido a la chepa de Vieira o Thuram y que no hubieran tenido un partido tan tranquilo. Se han pasado por la piedra uno de los principios fundamentales de este juego: Los equipos campeones se hacen desde atrás. Para que la genialidad surja delante, detrás tiene que haber seguridad.
¿Y ahora qué?
Apuesto por fijarnos en los grandes y hacer un replanteamiento de lo que entendemos por selección. Apuesto por cambio de mentalidad. Apuesto por pasar de tener una selección a tener un equipo nacional. Tras 20 años sin ganar un Mundial ni llegar tan siquiera a la final, Brasil se replanteó su situación y se dió cuenta de que necesitaba un grupo de jugadores que vivieran y jugaran sólo para su selección, europeizando su juego si era necesario (lo mismo hizo Francia para llegar con garantías a su mundial del 98). Posiblemente la selección Brasileña del 82-86 era mejor que la del 94, la del 02 y que la actual, pero no ganaron y nadie (casi) se acuerda de ella.
Desde la década de los noventa, lo primero para los brasileños es su selección. Desde su federación se hace un seguimiento exahustivo de sus jóvenes promesas, facilitándoles la salida a clubes europeo importantes, preocupándose por que no se les corte su progresión, estando encima de ellos, de sus problemas, de sus lesiones. Todo ello coordinado desde su propia ciudad deportiva. No sólo se les llama una vez al mes para que graben anuncios y, de paso, jueguen un par de partidos. Son un equipo nacional, con una sistema de juego impuesto por la federación y perfeccionado por sus propios técnico, no por el entrenador de turno, donde una generación sustituye a la otra de forma natural, sin traumas.
España tiene tanta o más tradición futbolera que Brasil. Si me apuras, hasta más jugadores de calidad. Lo que pasa es que se pierden porque no tenemos una federación que los proteja, que obligue a los clubes a hacerlos jugar y que, a su vez, obligue a esos jugadores a cumplir su evolución si no quieren quedarse descolgados y perder su protección.
No es el momento de llorar. Es el momento de sentirnos orgullosos de nuestros jóvenes valores. Hagamos un equipo nacional alrededor de ellos, alrededor de Cesc. Es el momento de ser más exigentes que nunca: No podemos ser conformistas ni autocompadecernos. Analicemos nuestros errores y corrijámoslos con humildad. Los periolistos deben ser más críticos que nunca y los técnicos y los jugadores deben aceptar las críticas, al más puro estilo alemán, donde las críticas son feroces porque realmente saben de lo que son capaces. No se puede ser crítico pensando en si es mi amigo o si va a dejar de serlo; ni un jugador puede dejar de hablar con un medio sólo porque le haya criticado su forma de jugar.
Hemos visto la luz y nos ha gustado. Hagamos los retoques necesarios y protejámosla como mandan los cánones del fútbol. Apoyemos y exijamos porque apoyamos incondicionalmente. Pero desde ya, preocupándonos por el día a día del equipo nacional. Empecemos a ganar el próximo Mundial.
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