Robo de balón, pase rápido al desmarque, uno contra uno, error del defensa y gol del delantero. No hace falta ser muy listo para adivinar que hablamos de Italia.
Pero quiero quedarme en el robo de balón (aunque también me llamó muchísimo la atención lo buenos que eran los desmarques de los puntas italianos y la coordinación con el lanzador). Disfrutamos de dos estilos de pivotes en el eje del centro del campo: Pirlo y Essien.
Por Essien pagó el Chelsea 28 millones de euros. Un derroche físico impresionante. No descubro nada. En una selección como Ghana, donde todos tienen un poderío físico predominante, resulta que Essien es el jugador encargado de canalizar el juego ofensivo. Es el líder, no hay duda. Siempre en el apoyo en corto, tratando de distribuir a banda y llegar al borde del área, probando su disparo unas cuantas veces. Pero siempre muy previsible, sin la creatividad necesaria y, fundamentalmente, jugando siempre a un mismo ritmo. Jugar a un ritmo altísimo no significa necesariamente que se está jugando bien. Y aquí voy con Pirlo.
Pirlo hizo unos primeros 60 minutos sensacionales. Marcando el ritmo del partido que más le interesaba a su equipo. Lo del gol fue un accidente. Un accidente de Ghana, digo. Italia dominó completamente la primera parte, con un juego de presión y llegada con mínimo 4 jugadores al área. Buffón casi ni la tocó. Y Pirlo es el jefe de Italia. Todos le buscan, que ya es difícil en una selección tradicionalmente de pelotazo arriba y se las pelen los delanteros. Y remató con el robo de balón en el segundo gol. Antes de ver la repetición estaba apostando a que ese balón de contraataque lo había robado él.
Sin tanta presencia física ni tanta espectacularidad como Essien, dominó todo el centro del campo y, lo que es más importante, el ritmo del partido según lo que necesitaba su equipo en cada momento. Bien es cierto que Italia juega muy arropadita en fase defensiva. Pero Pirlo roba por anticipación de la jugada, no por imposición física. Y roba tanto o más que Essien. Es lo que llamo el mito de Makelele. Desde la grada es muy fácil ver una carrera y un cruce al suelo, y se aplaude con entusiasmo. Lo difícil es apreciar la desesperación del rival cuando ve que hay un tipo que les esconde la pelota y que, si van a buscarla, acelera y les busca la espalda. Si no que se lo pregunten al 'poderosísimo' centro del campo de la Juve y del Valencia en las finales de la Champions'98 y '00. Un tal Redondo, de nombre Fernando. Y, qué paradoja, se le recuerda más por su jugada de Manchester...
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home